Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

lunes, agosto 27

Las mujeres en las luchas medioambientales


La especial predisposición de las mujeres a implicarse en las luchas medioambientales y en defensa del territorio, la naturaleza o los animales, ha sido contemplada desde diversas perspectivas. Desde el ecofeminismo se ha atribuido ese especial interés a la proximidad de las mujeres a la naturaleza. La perspectiva cartesiana incidió en la dicotomía naturaleza/razón, asociando la primera a las mujeres, lxs etnificadxs y lxs colonizadxs y la segunda a los varones blancos. Desde esta perspectiva la libertad del individuo derivaba de su capacidad de abstraerse de los condicionantes naturales, dominándolos tanto a nivel intrapsíquico como a nivel externo. La naturaleza fue sometida al dominio del hombre blanco así como todo aquello que se relacionaba con ella, tal y como las mujeres, lxs colonizadxs y los animales. El ecofeminismo revierte esta lógica de dominio, positivizando los valores de la naturaleza y la “esencial” unión de las mujeres a los mismos. La capacidad femenina de crear vida genera, según esta perspectiva, una mayor preocupación de las mujeres por el cuidado del medio natural y la salud de las comunidades que en él se desarrollan.
Por otra parte, desde el ecologismo político feminista se elabora una crítica hacia estos discursos, los cuales, según las autoras partidarias de esta postura, tienden a elaborar una visión idealizada y parcializada de los intereses políticos que mueven a las mujeres a emprender luchas en defensa del medio ambiente. Para estas autoras, la implicación de las mujeres en las luchas medioambientales está más relacionada con una cuestión de preservación de los medios de subsistencia y con la distribución genérica de intereses y tareas. Por ejemplo, basándose en el movimiento Chipko, movimiento en defensa de los bosques del Himalaya Uttaranchal, región al norte de la India, MawsdleyII analiza el ecocentrismo con el que algunas autoras ecofeministas han tratado o avalado dicho movimiento sin tener en cuenta los factores económicos o de contexto político que han podido movilizar a lxs habitantes de esta región a defender su zona boscosa.
Según Mawsdley, la lucha Chipko, nace con un claro componente de defensa de la pequeña industria local para favorecer el acceso de esta a las materias primas, en contra de la explotación de las mismas por parte de las grandes compañías. Maswdley argumenta que las protestas del movimiento Chipko derivaron, no únicamente de la defensa de las formas de vida tradicionales que se oponían a la razón instrumental y a la evolución tecnocientífica, sino también de que los medios de subsistencia que podían derivarse de los bosques eran ya muy escasos por de la degradación ecológica a causa de la gestión estatal de los mismos. La autodeterminación y autogestión por la que luchaban los movimientos Chipko tenían como finalidad los intereses de subsistencia económica de las comunidades de la zona del Himalaia, más que una identificación de los miembros de este movimiento, especialmente las mujeres, con la idea de la preservación de una naturaleza indómita y sus medios de vida relacionados, según Maswdley.
En las regiones boscosas de la India la mayoría de las tareas relacionadas con los bosques son responsabilidad de las mujeres, hecho que ha favorecido su movilización para defender sus medios de subsistencia. Tanto en la lucha Chipko, como en las movilizaciones de mujeres en contra de los riesgos ambientales en otras regiones de occidente, percibimos que las mujeres, debido a la distribución genérica de tareas, disponen de especial predisposición para la movilización social y el activismo en cuestiones que afectan directamente a la salud, el bienestar y la subsistencia de la comunidad y de sus criaturas.
En este caso, podemos o no adherirnos a las posturas ecofeministas que afirmarían que la especial co- nexión entre las mujeres y la naturaleza es un hecho que debe relacionarse con su capacidad para dar vida, pero tanto si aceptamos esta perspectiva como si partimos de la idea de que la distribución de tareas de género es un hecho construido, lo cierto es que las preocupaciones políticas de las mujeres están dirigidas, en muchas ocasiones, al cuidado de la comunidad y sus movilizaciones tienen que ver más con la subsistencia y el bienestar de las personas de su comunidad.
Aun y así desde ambas posturas, la del ecofeminismo y la del ecologismo político feminista, se rompe con la tradicional vinculación de feminidad y pasividad: si desde el feminismo político, la conciencia ética sería el motor de la movilización y el activismo; desde el ecofeminismo la vinculación con el medio y su identificación con el mismo, serían los ejes centrales de la resistencia de las mujeres a la instrumentalización capitalista y patriarcal de sus tierras y las comunidades vinculadas a ellas.
La pasividad y el pacifismo forman parte de los mitos prescriptivos asociados a la feminidad por su
normativa hegemónica de género la cual, desde la supuesta inferioridad física de las mujeres, generaliza esta característica al conjunto de la persona. Esta dinámica favorece la consideración victimizada de las mujeres ante los arrebatos violentos masculinos, aniquilando parcialmente la agencia femenina e instigando al miedo y a la indefensión, convirtiéndose en una forma de control social, que queda en entredicho ante la virulencia y la agresividad con que las mujeres defienden sus tierras, sus modos de vida y las comunidades de las que forman parte.
En este sentido, uno de los ejemplos que podríamos destacar de deslegitimación del mito de la pasividad y el pacifismo femenino en las luchas medioambientales y en defensa de la comunidad y su medio, es la lucha de las mujeres mapuche. Patricia Troncoso, prisionera política mapuche, estuvo 55 días en huelga de hambre en el interior de la cárcel en protesta por la persecución poli- cial al pueblo mapuche y conocido es también el papel destacado de las mujeres mapuche en las luchas contra la petrolera Repsol YPF.
En el contexto occidental y tomando como referencia el movimiento radical antidesarrollista y antiautoritario, las mujeres también suponen un número muy elevado entre las personas activistas. Si tenemos en cuenta que estas luchas suelen caracterizarse por la vulneración de las leyes, a las cuales se las considera como herramientas que sirven a los intereses de las grandes corporaciones, y por la acción directa, el amplio porcentaje femenino destaca todavía más. Valiéndonos del listado, actualizado en 2009 (III) , de personas encarceladas por emprender acciones en defensa de la liberación de la tierra y en contra de la explotación de las grandes corporaciones, observamos que de las 39 personas encarceladas, la en Estados Unidos y Reino Unido, 12 son mujeres, lo que supondría más de un 30%. Si tenemos en cuenta que, por ejemplo, en Reino Unido, se calcula que, de la totalidad de la población carcelaria, el 6,2% son mujeres y que de este porcentaje solo el 17% lo están por delitos violentos (homicidios o robos) (IV) la cifra es todavía más sorprendente. Parece ser que el interés de las mujeres y la disposición a arriesgar su libertad por la defensa del medio, aun y cuando esta estadística tampoco pueda aportar datos absolutamente concluyentes, es evidente incluso por encima de otras luchas, como por ejemplo aquellas vinculadas con la liberación de los roles de género, las luchas antipatriarcales, etc. que suelen caracterizarse por una tendencia más pacífica.
El discurso del ecofeminismo es rechazado en ocasiones por esencialista, pero no debemos olvidar que este mismo discurso es enarbolado por ciertas tendencias “naturalistas” dentro del anarquismo. La positivización de los valores naturales y de la vinculación con la naturaleza ha sido universalizada tomando como ejemplo a las mujeres. De esta forma, las mujeres han servido como territorio inhóspito y como ejemplo de esta “vuelta a la naturaleza”, ahora ya no solo ellas, sino también los varones deben seguir el ejemplo anti-civilizatorio al que la modernidad condenó a los subalternos: mujeres, colonizadxs, etnificadxs, etc. Ahora bien, el canto a los instintos, a lo corporal-natural-instintivo, a las pasiones naturales y a los deseos, juega un doble matiz perverso cuando quienes lo reclaman son aquellxs que han accedido a un lugar que ahora rechazan. Sin lugar a dudas el paradigma tecnocientífico ha generado una ilusión que señala como retroceso todo aquello que no responde a sus parámetros, haciendo parecer formas de vida tradicionales en armonía con su medio como aberraciones y a las comunidades que las defienden como representantes del paletismo más acérrimo. Resulta sin duda tentador revalorizar aquello históricamente castigado, ahora bien resultaría mucho más estimulante hacerlo con cierta actitud crítica. El ecofeminismo es acusado de idealizar excesivamente y mistificar ciertas intenciones de las mujeres en las luchas, obviando el componente económico y de subsistencia que las mueve a radicalizarse en contra de los intereses de las corporaciones. De la misma forma, la mistificación por parte del anarquismo de la renuncia a la razón instrumental resulta hipócrita en tanto que no cuestiona el lugar desde el que se formula. Es fácil enunciar la muerte de la razón, del sujeto racional y cantar a la identificación con el mundo animal mediante los instrumentos de legitimación propiciados por el mundo occidental masculino, tales como el lenguaje legitimado, y el lugar de enunciación válido, tal y como la clase media blanca del mundo occidental.

I- Apunte para hipersensibilidades igualitaristas:
Me refiero a mujeres, aunque evidentemente no considero que solo ellas sean protagonistas de estas
luchas, sino que el interés del presente artículo está centrado en la implicación de estas en las mismas.

II- Emma Mawdsley (1999) Repensant Chipko:
ecofeminisme sota escrutini. Revista d’Anàlisi Geogràfica. 35. UAB.

III-http://lacizallaacrata.nuevaradio.org/index. php?p=35 consultar también: http://www.ecopri- soners.org/prisoners.htm

IV- Datos extraídos de: Cruells, M. y Igareda, N. (eds) Mujeres, Integración y Prisión. Surt. Barce-
lona: 2005

Laura
En veu alta

No hay comentarios:

Publicar un comentario