Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

martes, febrero 1

Trasto Teatro, por una práctica libertaria

Raúl Cortés nos acerca en esta entrevista a una formulación radical del hecho teatral, la que ha sabido concretar junto con otros compañeros en Trasto Teatro, una práctica del arte que rompe con la tradición burguesa y que recupera para el arte no solo la necesidad de una ética transformadora de la actual situación de opresión y depresión en la que vivimos bajo el capitalismo, sino también una manera nueva de enfrentarse a las políticas culturales de carácter institucional que sólo han aportado vasallaje y clientelismo al ya de por sí depauperado panorama escénico. Con una propuesta vinculativa, generosa, abierta y alejada de los escenarios, Trasto Teatro, nos acerca a una forma de hacer y entender el teatro desde coordenadas libertarias dignas de extenderse entre la comunidad anarquista
internacional.

Antonio Orihuela

Raúl, nos podrías explicar ¿qué es eso de la poética de la decepción?

Es un grito de rabia, de discordia frente a la dinámica viciada de las instituciones culturales y el conformismo y la intrascendencia del propio medio teatral. Así que decepcionados ante el comportamiento de los programadores, los teatros y circuitos oficiales (a los que siempre acceden los mismos), decidimos recluirnos en casa -Málaga- y convertir nuestro salón en una sala de teatro. A esto es lo que llamamos poética o teatro de la decepción: hemos decidido autogestionar nuestros propios sueños, que es hacer teatro, sin esperar a que los gestores culturales nos abran las puertas de su selecto club. Convertimos, pues, nuestra decepción en un acto de denuncia y de independencia
creativa.

Como grupo de teatro, Trato Teatro, ¿qué entiende por arte, cual creéis que debe ser la función del arte, para qué debe servir?

Nuestro teatro pretende meterle las cabras en el corral a la gente; tal vez no tenemos derecho a hacerlo, pero es lo que queremos hacer. Decía Bakunin que las revoluciones están hechas por tres cuartas partes de fantasía y un cuarto de realidad. Esos son los dominios del arte, el amplio territorio de la fantasía en la revolución.

Cuéntanos brevemente como se desarrolla una actuación vuestra y cómo se puede contactar con vosotros para aquellos que quieran acercarse a participar.

Para asistir a una representación hay que reservar las invitaciones en la dirección de correo electrónico info@trastoteatro.com. En la fecha acordada, citamos a los espectadores, doce personas por función, veinte minutos antes del comienzo, les ofrecemos un aperitivo, luego compartimos la obra y, cuando esta ha finalizado, por último, les invitamos a un intercambio de ideas. Cualquier aspecto (técnico, artístico, ideológico…) es susceptible de ser comentado o cuestionado en el debate. No obstante, quien quiera conocer con mayor exactitud los detalles de la propuesta puede visitar nuestro sitio web.

¿Cómo recibe la obra la gente que acude a compartir con vosotros la representación? ¿Nos cuentas alguna anécdota?

Es difícil. Hay mucha exposición por parte de todos. Los actores están actuando a escasos centímetros del público, sin efecto de luces o escenografía, solo con la verdad de su cuerpo, de su palabra, con el convencimiento que les mueve. Pero la situación es idéntica para los asistentes. No se pueden sustraer de lo que está pasando, porque les pasa muy cerca. Están en el ojo del huracán. Esta temporada, por ejemplo, con el montaje de “No amanece en Génova” hemos incorporado una novedad: el público elige, antes de comenzar y a espaldas de los actores, el desenlace de la obra; así abandonan definitivamente el rol de espectadores pasivos. Y los actores (un magnífico elenco integrado por Nerea Vega, Salva Atienza, Pepi Gallegos y Susana Vergara, puro oficio, pura artesanía…) no conocen el final elegido hasta la mitad de la representación, por lo tanto, también abandonan la seguridad del guión establecido. En resumen, un riesgo para todos. Pues bien, cualquier anécdota estaría relacionada con este proceso: la búsqueda del consenso entre doce personas que acaban de conocerse y que, hasta que no decidan, no puede empezar la obra. Es todo un aprendizaje.

Raúl, acabas de publicar un libro, trilogía del desaliento, con tres piezas absolutamente recomendables para los lectores de teatro, qué nos puedes contar sobre la recepción del libro.

Lo he llamado “Trilogía del desaliento”, porque resume muy bien el espíritu de las tres piezas que la componen: “Contadoras de garbanzos”, “No amanece en Génova” y “No es la lluvia, es el viento”.

¿Qué es el miedo, qué rostro tiene?

Me haces recordar, ahora, a uno de los personajes de “Contadoras de garbanzos” que decía algo así como “…somos arrojadas a este mundo para pasar miedo. Ahora debes elegir. ¿Qué miedo prefieres?”. Sí, creo que el miedo es poliédrico, tiene muchas caras… y casi todas me resultan familiares. Tal vez por eso en mi dramaturgia tienen tanto peso los tipos temerosos, acuciados por un susto existencial. De cualquier modo, hay un miedo que me rebela por encima de todos: el que implanta la clase dominante desde el principio de los tiempos; porque ese miedo es un negocio muy rentable, económica y políticamente, para unos pocos. Hoy, por desgracia, este negocio, el espectáculo del miedo, funciona como nunca…

¿A qué huele la cultura, el arte, el teatro, la literatura que nos venden?

La cultura, el arte, el teatro huelen a cuarto cerrado, donde el aire no corre, está estancado, siempre es el mismo aire. Un cuarto que no se ventila, que no acepta otros aires. Esta certeza es la que pretende denunciar Trasto Teatro con el “Teatro de la Decepción”.

¿Lo que hay es lo inevitable, el mundo no puede ni podrá ser de otra forma? ¿Es tiempo de parar o eso también ya es imposible y vamos desbocados, cuesta abajo y sin freno?

No, hay que parar. Hay que pararlo todo de manera urgente. Repensarlo todo, empezando por nosotros mismos. Y comenzar a decir “No” a muchas cosas, porque, parafraseando a Camus, un hombre rebelde es aquel que dice “No”. Al principio nos va a costar, pero cuando vayamos soltando el lastre de tanto “sí” impuesto; de tanto “sí” aceptado sin más… cuando enterremos las uncias en la gavia y pierda timidez nuestra negativa, entonces no habrá una sola afirmación que no sea nuestra, que no nos represente, aunque esté errada.

Trasto Teatro se constituye como compañía en los albores
de 2002; en el horizonte una premisa básica: huir
de todas las formas efímeras, sometidas a los dictados
de la moda, con el marchamo obsolescente del mercantilismo...

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